Hablamos de dependencia emocional…
- Cuando tu amor propio queda relegado a otra persona.
- Cuando las horas de tu día están marcadas por la presencia o ausencia de la otra persona.
- Cuando tu objetivo diario radica básicamente en recibir el mensaje o llamado de esa persona.
- Si de todo tu entorno una sola persona se lleva toda tu atención y apego.
- Si te pones feliz cuando te comunicas con esa persona y si esto no ocurre te sientes triste.
- Si tus emociones dependen de las acciones de la otra persona.
- Si sientes que no puedes estar sin ver o estar con cierta persona.
- Cuando todo tu universo se reduce a esa persona.
Si el vínculo con esa persona se torna nocivo, implicando más cosas desagradables que positivas, aléjate. Suéltalo. Aunque te duela. Podrá ser difícil, costoso, pero… ¿cuál es el costo que estás dispuesto a pagar por continuar con esa relación que tanto malestar te genera?
¿Qué hacer para no sufrir por esto?
Escúchate, obsérvate. ¿Qué impacto tiene en ti este dolor emocional? ¿Eres capaz de soportarlo con tal de continuar este vínculo?
Si es amor, no debería doler. Estamos acostumbrados social y culturalmente a que es válido sufrir por amor, morirse de amor, necesitar al otro para vivir, para ser feliz. Lo vemos en novelas, lo escuchamos en canciones del tipo “Sin ti, no soy nada”, “Te necesito”. Frases hechas tan naturalizadas, que sutilmente nos van incorporando la idea, y basta tan solo un poquito de vulnerabilidad para creérsela. Pero esa no es la realidad.
La realidad es que no necesitas a nadie concreto para vivir, para respirar, para ser feliz. A decir verdad, sí necesitas a alguien: a ti mismo. Necesitas quererte, valorarte, respetarte. Tú vas a convivir contigo el resto de tu vida. Y una de las cosas más gratificante de crecer, es ser y sentirse independiente. En todo sentido. Aunque no es fácil asumir la independencia económica, en numerosos casos es más difícil asumir la independencia emocional.
Esto no significa tener que resolver todo individualmente en la vida, no formar pareja o creerse omnipotente. Significa que si necesitamos ayuda debemos solicitarla pero no quedar apegados a esa persona, permanente y exclusivamente. Una forma sana de sociabilizar e intercambiar ayuda con otros remite a la flexibilidad y variabilidad de los recursos para no caer en un estancamiento. Hay muchas formas de ayudarse.
Los pasos a seguir
En primer lugar, debemos reconocer que estamos atravesando una situación problemática, desagradable, tóxica: en este caso hablamos de una relación que nos va desgastando, deteriorando poco a poco. En este punto sería interesante evaluar qué tipo de relación es y qué los une: ¿es amor? ¿Osesión? ¿Ncesidad? ¿O costumbre?
Segundo, debemos aceptar el carácter dañino del vínculo y animarnos a tomar la decisión de alejarse, de tomar una sana distancia.
Tercero, debemos buscar recursos que nos faciliten llevar adelante esa decisión. Recursos tanto internos como externos.
El fortalecimiento de la autoestima es una de las claves principales y se puede generar con conductas de autocuidado que nos gratifiquen, nos devuelvan el amor hacia nosotros mismos. Solicitar ayuda de un profesional, comenzar alguna actividad deportiva, recreativa, lúdica, solidaria, salir de paseo con amigos o familiares, generar nuevos círculos sociales. Construir o reconstruir un camino propio es fundamental para poder emprender el camino de desapego de aquello que nos genera más mal que bien. Aquello que nos daña.
Cuídate, cuida tu autoestima, cuida tu dignidad, tu identidad, cuida quien eres. Valórate, respétate y hazte respetar.