No abandonar una relación estable puede ser una buena opción si atendemos a ciertas razones. Hay relación estable cuando el vínculo se fundamenta en el amor, aunque el enamoramiento haya pasado y las crisis acechen.
Ninguna relación de pareja es tan sólida como para no sufrir algunos problemas de vez en cuando. Sin embargo, todos sabemos que construir un vínculo perdurable es una tarea ardua. Por eso mismo, hay muchas buenas razones para no abandonar una relación estable cuando llegan los problemas.
Esto no quiere decir que si la relación se debe mantener a cualquier coste. El enfoque, más bien, se orienta a destacar el hecho de que un vínculo estable tiene un enorme valor y una gran relevancia, siempre y cuando este sea saludable. Por eso, vale la pena luchar por mantenerlo, especialmente en los momentos de crisis.
Siempre que se pueda, lo mejor es no abandonar una relación estable. Por más que haya amor , todas las parejas tendrán dudas alguna que otra vez. Sin embargo, antes de dar un paso en falso, resulta aconsejable destacar esos logros que solo se consiguen con un vínculo amoroso perdurable. Estos son cinco de ellos.
1. La salud mental, una de las razones para no abandonar una relación estable
A estas alturas, existe suficiente evidencia científica como para afirmar que tener una pareja estable es más saludable para el cuerpo y la mente. Hay estudios en los que se señala que la convivencia en pareja previene problemas como la depresión o la ansiedad.
Quienes tienen un vínculo amoroso sólido son menos propensos a sufrir enfermedades. Varios estudios , adelantados en diferentes partes del mundo, muestran que quienes viven en pareja tienden a ser más longevos. También que tienen un sistema inmunológico más fortalecido y enferman menos.
2. El costo emocional de la separación es alto
Otra de las razones para no abandonar una relación estable es el alto costo emocional, social y físico de la separación. Por más que la pareja tenga problemas, la ruptura trae consigo una marejada de emociones difíciles de sobrellevar. Y si hay hijos, esta marejada suele alcanzarlos.
Los estudios indican que las mujeres que se divorcian tienden a desarrollar un mayor número de enfermedades físicas. Los hombres, por su parte, tienden a deprimirse. En ambos casos, con bastante frecuencia aparece el llamado “estrés tóxico”. El duelo por la pérdida supone un gran gasto de energía emocional.
3. En todas las relaciones hay crisis
Para la mayoría de las parejas es muy difícil valorar objetivamente la gravedad de una crisis. Hay muchos sentimientos involucrados, como también imaginarios y fantasías resquebrajados. Lo que sí es cierto es que por más amor que se profesen, todas las parejas tienen desencuentros alguna vez.
El amor no es un sentimiento lineal. Se intensifica y se debilita en función de muchos factores asociados a circunstancias individuales y externas. Incluso cuando hay más amor, también hay más sensibilidad a las conductas del otro y, por tanto, más intolerancia. Por eso, toda crisis se debe valorar detallada y serenamente.
4. El final del enamoramiento no es el final del amor
En la actualidad, resulta muy visible que gran cantidad de parejas duran lo que dura el enamoramiento. Idealizar excesivamente al amor lleva a que se le pida a la relación satisfacciones y felicidades que solo son proporcionadas en momentos muy específicos, básicamente durante el enamoramiento.
Lo cierto es que se ha vuelto muy frecuente encontrar parejas que oscilan entre el enamoramiento idealista y el cinismo descarnado. O hay amor romántico o hay sexo básico. Ninguno de los dos extremos es razonable. El desvanecimiento de las ilusiones románticas no es un motivo para terminar.
5. Sostener un compromiso es saludable
Muchas personas ven la palabra “compromiso” como un problema. Quizás lo convierten en un sinónimo absoluto de la palabra “obligación” cuando no son lo mismo. Etimológicamente equivale a: “un acuerdo para cumplir con la adjudicación de un árbitro”.
Los compromisos implican deberes, pero estos se asumen voluntariamente. Y se asumen en función de algo que está por encima de las partes: el pacto. Este puede llamarse matrimonio, unión libre, relación abierta o lo que sea. Las dos personas lo deciden.
Lo cierto es que cumplir con los compromisos nos centra, nos ofrece un punto de referencia para avanzar como cometas: volando libres pero atados a un punto firme. El precio de la estabilidad es precisamente ese: asumir deberes.
Siempre que haya amor (aunque haya pasado el enamoramiento) y que un vínculo se mantenga dentro de los límites de lo razonable, es mejor no abandonar una relación estable. Los espejismos de la ira, del orgullo o de las falsas expectativas son eso: espejismos. Lo real son esos amores imperfectos pero perdurables, que a veces logramos construir y por los que debiéramos sentirnos afortunados.
Por lo que es aconsejable es antes de tomar una decisión, si tenemos dudas pedir consejo a un profesional en terapia de pareja para que nos ayude analizar la situación.
Si necesitan un profesional pueden contar con mi experiencia profesional, así como formación en psicología y terapia de parejas.