Estas son las ventajas de contar con capacidad de tolerancia a la frustración ante la vida.
Buena parte de los problemas emocionales y comportamentales en los que trabajamos los psicólogos a la hora de ayudar a nuestros pacientes tienen que ver con la baja tolerancia a la frustración.
Se trata de un fenómeno que no solo produce malestar, sino que además suele llevar a las personas a auto-sabotearse, a crear problemas innecesarios con mucha frecuencia.
Por suerte, entrenar la tolerancia a la frustración es posible: aquí veremos para qué sirve eso, y varias ideas clave acerca de cómo se consigue.
¿Qué es la frustración desde el punto de vista psicológico?
La frustración es el conjunto de pensamientos, emociones y sentimientos que surgen cuando hay una gran diferencia entre nuestras expectativas y las consecuencias de nuestros actos, llevándonos a vivir una experiencia peor de la esperada. Hay que tener en cuenta que al utilizar este concepto suele ponerse énfasis en sus características como respuesta emocional a una situación (es decir, como valoración de lo que nos ocurre), y no tanto al contenido literal de los pensamientos que surgen en nosotros al experimentar esto.
Este fenómeno puede darse en todas las escalas temporales; tanto ante los pequeños actos del día que realizamos en cuestión de minutos, como ante proyectos en los que hemos estado trabajando durante meses. Y por supuesto, su manera de expresarse es muy variada en cuanto a sus grados de intensidad.
Por otro lado, a la práctica la frustración está muy vinculada a otras respuestas emocionales como el enfado o la tristeza, o a sentimientos como la decepción y la culpa, aunque cada caso es único y no siempre tienen por qué darse todos estos elementos a la vez.
Así, es frustración lo que sentimos cuando tras reservarnos una mañana para trabajar llegamos a la hora de comer y vemos que hemos desaprovechado el tiempo, y también es lo que surge en nosotros cuando tras invertir tiempo y dinero en un proyecto profesional vemos que no estamos llegando a los objetivos que nos habíamos marcado en cuanto a rentabilidad.
Finalmente, cabe aclarar que la frustración es un fenómeno psicológico complejo. Se ve afectado por muchas variables, como por ejemplo la edad (la tolerancia a la frustración está ausente durante la primera infancia y va desarrollándose a medida que nos adentramos en la adolescencia) o la existencia de trastornos psicológicos, y también influye en él el contexto en el que vivimos y nuestras experiencias pasadas. Sin embargo, quien tiene problemas en la gestión de la frustración no está condenado a sufrir ese malestar indefinidamente; desde la psicología es posible aprender a regular mejor esa respuesta emocional.
Los beneficios de desarrollar tolerancia a la frustración
Estos son los principales aspectos en los que se nota que un buen nivel de tolerancia a la frustración nos beneficia.
1. Nos predispone a adoptar hábitos de aprendizaje
Para aprender hay que superar los escollos de unas primeras sesiones de entrenamiento o de estudio en las que nos vemos muy lejos de la meta y tenemos que adaptarnos física y mentalmente a nuevos retos. Por ello, quienes ceden fácilmente a la frustración tiran la toalla tras estos intentos iniciales.
2. Nos convierte en mejores negociadores
Para negociar es necesario asumir que la otra persona no tiene por qué ser receptiva a lo que le digamos o le propongamos en un primer momento. Por ello, tener tolerancia a la frustración permite llegar a consensos creando un ambiente conciliador.
3. Nos ayuda a gestionar los conflictos
En la misma línea que la ventaja que hemos visto antes, la tolerancia a la frustración nos hace más fácil no ceder a la ira en cuanto nos topamos con alguien con creencias o intereses que chocan con las nuestras.
4. Nos protege de la procrastinación
Muchas personas se acostumbran a gestionar la frustración yendo a aquello que proporciona un cierto alivio inmediato: no afrontando esas tareas o responsabilidades, dejándolas para “otro momento”. No caer en estas dinámicas permite hacerlo todo cuando toca, y de paso gozar de un mejor bienestar emocional.
5. Hace posible que aprendamos de nuestros errores
La tolerancia a la frustración también pasa por adoptar una perspectiva distanciada y neutral y tomar nota de lo que hemos hecho mal para procurar que no nos vuelva a pasar.
6. Favorece el establecimiento de una buena autoestima
Por todo lo anterior, una buena tolerancia a la frustración refuerza un buen nivel de autoestima.
¿Qué hacer para potenciar la tolerancia a la frustración?
Estas son algunas de las claves psicológicas utilizadas en terapia para llevar a las personas a entrenar la tolerancia a la frustración.
- Uso de autorregistros y diarios de emociones
- Práctica de técnicas de relajación
- Desarrollo de hábitos de vida mentalmente saludables para prevenir la ansiedad
- Entrenamiento en habilidades sociales
- Aplicación de desencadenantes de la acción ante proyectos a medio y largo plazo.
- Y si aun así, te encuentras sin posibilidad de potenciar tú tolerancia a la frustración en tus relaciones afectivas, no dudes en solicitar ayuda a un profesional. Te ayudaré a gestionar y desarrollar las habilidades necesarias para lo consigas. Si lo deseas ponte en contacto conmigo.








