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Rupturas de Pareja en vacaciones: ¿qué hacer?

Por 10 agosto, 2023 No hay comentarios

Consejos prácticos para prevenir y gestionar las rupturas de pareja durante el periodo vacacional.

Un cambio importante de rutina, como pueden ser vacaciones, puede suponer un auténtico conflicto psicológico y emocional.

En el caso de las rupturas de pareja en vacaciones es una situación muy común desde hace años. ¿Por qué son tan frecuentes las rupturas en vacaciones? ¿Es algo que podamos evitar ?

Una relación de pareja siempre es una experiencia difícil. Es un vínculo donde experimentamos unión, bienestar, pero también fluyen nuestras mayores dificultades, como inseguridades, miedos, problemas de autoestima o frustración. En la pareja todo se suele maximizar, motivo por el cual estas dificultades afloran.

Vamos a profundizar en por qué ocurren las rupturas de pareja en vacaciones con tanta frecuencia, pero más que nada, vamos a ahondar en por qué surgen estas dificultades en un sentido psicológico y emocional y cómo resolverlas mediante tu propio cambio y aprendizaje personal, ya que esto es lo que te servirá para solucionar lo que ocurre ahora y también en el futuro.

Todo lo que vamos a ver está basado en la experiencia directa acompañando a personas en sus procesos de terapia y cambio personal.

Causas frecuentes de las rupturas

Aunque solemos pensar que los problemas de pareja están relacionados con lo que ocurre en la pareja, en realidad la clave está en cómo nosotros entendemos y gestionamos lo que sentimos en pareja.

Una relación es un vínculo donde no podemos controlar lo que ocurre (ya que lo forman dos personas diferentes). Las dificultades de pareja en realidad son personales y se exponen en pareja. Cuando llegan las vacaciones es un cambio de rutina tan importante que se da una distancia o, por el contrario, se da una exposición que aumenta la intensidad de las dificultades habituales.

Estas son las más importantes:

1. Dependencia afectiva

Cuando en una relación solemos perder nuestras rutinas, prioridades y decisiones por adaptarnos al otro, terminamos por sentir inseguridad y malestar. Es habitual que en una relación nos disolvamos en la experiencia, pero con el tiempo necesitamos construir nuestro propio espacio y no perder nuestra independencia afectiva.

Esto nos suele ocurrir cuando no sabemos gestionar bien ciertos miedos e inseguridades, cuando no ponemos límites o nos comunicamos de forma suficientemente asertiva.

La dependencia afectiva significa que tu bienestar depende demasiado de qué ocurre fuera o de cómo se comporta el otro. Cuando compartimos mucho tiempo con la pareja y existe este problema, se termina por generar más malestar, y con el tiempo, parece que el fin de la relación es la única salida posible.

Sin embargo, la clave está en solucionar este problema en uno. Independencia afectiva significa que tu bienestar depende principalmente de ti, y que tu enfoque de una relación es compartir ese bienestar.

2. Gestión de emociones (lo que sentimos en pareja)

Cuando sentimos demasiada ira, frustración, inseguridad o desánimo, la causa no es lo que ocurre, sino la forma en la que entendemos y gestionamos esas emociones. Sentir inseguridad e incertidumbre ante vínculos y experiencias que no controlamos es normal. Pero gestionarlo de forma funcional nos ayuda a empequeñecer el problema.

Cuando tenemos una dificultad previa para gestionar nuestras emociones, toda esta problemática se hace más intensa en una relación o en una ruptura.

3. Enfoque de la relación

Si el enfoque de la relación consiste en buscar en el otro el bienestar del que carecemos, o tratar de validar el afecto que se siente, terminamos por vivir en una espiral de dependencia, expectativas y exigencias.

Es importante descubrir cuál es el valor que le das a tu relación, qué buscas de esa experiencia y cuáles son los límites (qué depende de ti y qué no).

4. Comunicación

Tener dificultades para expresarte de forma asertiva (decir qué quieres, qué no quieres, qué puedes o no) o comunicarte de forma demasiado imperativa o exigente causan problemas en las relaciones, ya que te hace depender más de factores externos que no puedes controlar.

En las vacaciones, tras una pausa o cuando los problemas de la relación se viven a diario, estas dificultades se intensifican y se hacen demasiado desagradables.

Trabajar un cambio personal para evitar o gestionar las posibles rupturas

Cuando trabajo en consulta, uno de los motivos mas habituales para necesitar ayuda son los problemas de pareja, las pausas o rupturas. A lo largo de este proceso hacemos descubrimientos, aprendizajes y aplicamos cambios que te ayuden a vivir con más bienestar de forma estable. A veces en esos procesos tenemos que aprender a gestionar una ruptura, y en otras, la ruptura no se produce.

Es importante entender que una ruptura de pareja no es una experiencia negativa, sino desagradable, que también nos ayuda a aprender y a crecer. El objetivo principal no debe estar en trabajar la relación, sino en trabajar y profundizar en uno mismo. Esto hace que la experiencia mejore, tanto si se da una ruptura como si no (esto es algo que no podemos controlar, ya que depende de otra persona).

Estos son algunos de los aprendizajes clave que debemos hacer para afrontar este aprendizaje tan esencial.

1. Enfoque asertivo (con límites)

Una relación de pareja, así como cualquier tipo de relación, se vive de forma positiva cuando existen los límites. Los límites implican aceptación, respeto, honestidad, y ante todo un enfoque en construir tu propio bienestar.

La pareja es una experiencia para compartir bienestar, no para demandarlo (si hacemos esto surgen expectativas que no se cumplen, ya que se basan en miedos e inseguridades que se validan).

Cuando desarrollamos nuestra aceptación, asertividad, y tu enfoque vuelve a lo que puedes hacer para estar bien, todo comienza a cambiar. Esto lo conseguimos aplicando acciones diferentes muy concretas, que en el caso de cada persona pueden ser totalmente diferentes.

2. Revalorizar la relación

Un momento de crisis siempre es adecuado para tomar una pausa de lo que sentimos y creemos, con ello, revalorizamos la relación. ¿Qué significa para ti esta relación de pareja? ¿Cómo la estás enfocando? ¿Cómo pudiera ser diferente?

3. Autoestima funcional

La autoestima no es alta ni baja (suelo decir que hablar de alta o baja es un error que hemos cometido los psicólogos), sino que te funciona o no en relación a si tu bienestar depende principalmente de ti o te condicionan más factores externos que no puedes controlar.

Construir una autoestima funcional y estable depende de que profundicemos en cómo la construyes ahora y apliquemos cambios concretos.

4. Entender lo que sentimos

Las emociones son la mayor guía para nuestra conducta, forma de relacionarnos, decisiones e interpretaciones sobre lo que ocurre. Cuando aprendemos a gestionarlas tienen el grado justo y necesario, podemos tomar decisiones más conscientes y desde la paz y la confianza.

Claves para que funcione el proceso de cambio

Todo cambio y mejora está en uno, pero la compañía también nos da seguridad y certezas. Para que un proceso de cambio o terapia funcione, más aún si surge a través de un problema de pareja, necesitamos contar con varias garantías.

La primera, y la más importante, es vivir un proceso terapeutico constante y no solo con eventuales sesiones. Cuando se viven dificultades de este tipo la problemática ocurre casi a diario. Por este motivo las sesiones deben ser frecuentes , en la medida que se pueda.

En las sesiones se trabaja en todas las áreas de la personalidad del paciente y contando con más herramientas para que el bienestar dependa de la persona con la que se esta trabajando y mejore, no solo la posible relación, sino ante todo su relación contigo.

Por ello, si necesitas ayuda, solicitarme una primera sesión. En esta sesión nos conocemos, vemos qué ocurre y cómo podemos solucionarlo.